El hombre roto propone adentrarnos en un paisaje lumínico y sonoro que se articula como metáfora orgánica del interior del cuerpo de un individuo. Estamos ante una propuesta viva conformada por el uso de las nuevas tecnologías infográficas, en la que el espectador desarrolla, considerando diferentes puntos de vista, el discurso de la pieza, a través de la interacción con una serie de pantallas táctiles que producen, al tiempo que activan imágenes, distintos sonidos que marcan el ritmo de la instalación.